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El macizo de Panticosa

Última modificación
Mar , 02/05/2023 - 09:59

Hace 300 millones de años, en el Carbonífero, una masa de magma, que durante millones de años ascendió desde el manto terrestre, penetró en la corteza en Panticosa. El magma no llegó a la superficie formando un volcán. Quedó dentro de la corteza, presionándola, fracturando, calentando y transformando las rocas sedimentarias en las que quedó atrapado. Las rocas transformadas se denominan metamórficas, son más resistentes a la erosión que las sedimentarias y forman algunos de los picos de mayor altura del entorno, como Argualas o Garmo Negro. El magma al enfriarse produjo nuevas rocas: los granitos.

El agua superficial penetra por las fracturas cientos de metros disolviendo minerales, aumentando su temperatura y, finalmente, ascendiendo por diferencia de presión a la superficie dando lugar a las aguas termales del Balneario de Panticosa, conocidas y usadas con fines medicinales desde la época romana.

  • Desde el Ibón de Bachimaña, a 2.200 m por encima del nivel de mar, se puede disfrutar de este espectacular paisaje.
  • El Macizo de Panticosa se originó por un magma granítico que quedó atrapado a una profundidad de entre 4 y 6 km, con temperaturas que oscilaban entre 900 y 750 ?C.
  • El calor irradiado por el magma modificó las rocas sedimentarias en las que se había encajado. Así, las rocas calizas se transformaron en mármoles.
  • Con el enfriamiento del magma, cristalizaron minerales como cuarzo, feldespatos y micas dando lugar a rocas denominadas granitos.  
  • Las aguas termales de Panticosa están constituidas por varios manantiales, la mayoría con temperaturas que van de los 25 a los 50 ºC.
  • La edad de estas aguas, como las de Cauterets, Caldas de Bohí o Benasque, rondan entre los 5.000 y los 10.000 años.

El macizo de Panticosa

Colaboraciones

Su formación geológica. 

Blanca Bauluz Lázaro, catedrática del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Facultad de Ciencias y miembro del Instituto Universitario de Investigacion en Ciencias Ambientales (IUCA) de la Universidad de Zaragoza.

Enrique Arranz Yagüe, profesor titular del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Facultad de Ciencias y miembro del IUCA de la Universidad de Zaragoza. 

Desde Baños de Panticosa, tras más de dos horas de camino y un ascenso de unos 600 metros, podéis llegar al Ibón de Bachimaña que se sitúa a 2200 m por encima del nivel del mar.

Tras esta larga caminata, conseguiréis disfrutar de este espectacular paisaje que se debe esencialmente a la actividad de los glaciares durante el cuaternario, periodo que se inició hace unos 2,6 millones de años y en el que, en diferentes momentos (glaciaciones), los glaciares que cubrían los Pirineos excavaron cubetas en sus zonas de cabecera, actualmente ocupadas por ibones como el de Bachimaña, y valles con perfil en forma de U, que son modificados día a día por la acción de los ríos y la dinámica de las laderas.

El Ibón de Bachimaña está excavado en el Macizo de Panticosa que es un conjunto de rocas ígneas que se formaron a partir de magmas que atravesaron la corteza terrestre y consolidaron a unos 4 a 6 km de profundidad a finales del Carbonífero (hace unos 300 millones de años). En las etapas finales de este proceso, ya durante el Pérmico (hasta hace unos 250 millones de años) otros magmas se inyectaron en las fracturas existentes, formando numerosos diques con composiciones variadas que se pueden observar atravesando las rocas tanto en el interior como en el exterior del macizo. 

Si nos desplazamos a las partes más externas del macizo de Panticosa veremos que las rocas ahí son de oscuro; esto es porque tienen contenidos bajos en sílice (SiO2) y elevados en elementos como hierro (Fe), magnesio (Mg) y calcio (Ca), lo que favorece que se formaran minerales oscuros (anfíbol y mica negra- biotita- sobre todo) y plagioclasa rica en calcio. Las rocas que forman estas zonas externas se denominan dioritas y gabros.

Al adentrarnos en el macizo, las rocas son de gris claro o casi blanco porque están formadas por minerales ricos en sílice, potasio (K) y sodio (Na), como el feldespato potásico, albita, cuarzo y micas biotita y moscovita; estas rocas se denominan granodioritas y granitos. 

Cuando el ascenso de los magmas se detuvo, estos tenían temperaturas muy altas, entre 750 y 900 ?C. Lentamente se fueron enfriando y consolidando; este proceso produjo la cristalización de los minerales y la formación de los gabros y dioritas, granodioritas y granitos. 

El calor que fueron perdiendo los magmas lo transmitieron a los materiales sedimentarios en los que se habían encajado, que en este sector corresponden al Devónico (420-360 millones de años), produciéndose un metamorfismo de contacto significativo. Es decir, las rocas sedimentarias que estaban cerca del magma sufrieron modificaciones muy importantes.  Así a partir de rocas calizas se formaron mármoles de es blancos (muy llamativos en las marmoleras, al fondo de los ibones azules); rocas con silicatos cálcicos e incluso rocas silíceas con minerales metamórficos como la andalucita o la cordierita. 

Todas estas rocas metamórficas son más resistentes a la erosión que las rocas sedimentarias y constituyen algunos de los picos de mayor altura del entorno, como los picos del Infierno, Argualas o Garmo Negro.

La próxima vez que subáis al Ibón de Bachimaña no perdáis detalle del espectacular paraje geológico.

Las aguas termales de Panticosa.

Luis Francisco Auqué Sanz, profesor titular del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Facultad de Ciencias y miembro del Instituto Universitario de Patrimonio y Humanidades (IPH) de la Universidad de Zaragoza.

Las manifestaciones termales de Panticosa, que surgen en el complejo granítico de Cauterets-Panticosa, están constituidas por varios manantiales, la mayoría con temperaturas entre 25º y 50º C. Son un ejemplo de las llamadas aguas termales alcalinas (por su elevado valor de pH, mayor de 9) asociadas a materiales graníticos, como lo son también las aguas termales del Macizo de Cauterets  (al norte del de Panticosa) o las de Benasque y Caldas de Bohí en el Macizo de La Maladeta. 

Las rocas graníticas son muy poco porosas y la circulación del agua está condicionada por la existencia de fracturas que permitan el desarrollo del circuito geotermal. La presencia de una densa red de fracturas de dirección  E-W y N-S en la zona de Panticosa ha sido fundamental para la existencia de este sistema geotermal que desarrolla un circuito en forma de U en profundidad.  

Las surgencias termales de Panticosa muestran muy baja mineralización (llevan poca cantidad de elementos disueltos) pero el estudio químico e isotópico de sus aguas permite conocer su origen y evolución en el acuífero. El sistema termal está recargado por aguas de lluvia que se infiltran a través de los materiales próximos, situados unos 800 m por encima de donde están los manantiales termales. Estas aguas van profundizando lentamente, aumentando progresivamente su temperatura debido al gradiente geotérmico, hasta que alcanzan su valor máximo, estimado en torno a los 90 ± 20° C, a unos 3 km de profundidad. La presencia del mencionado sistema de fracturación favorece el ascenso relativamente rápido de las aguas termales que van reduciendo su temperatura conforme se aproximan de nuevo a la superficie.  

Finalmente, en la parte terminal del circuito, este tronco común de aguas termales ascendentes se diversifica en varias ramas, originando la existencia de distintos manantiales. Las aguas termales que circulan por algunas de estas ramas se ven afectadas por procesos de mezcla con aguas más frías y superficiales (como las que alimentan el Ibón de los Baños, el lago situado junto al balneario). Este proceso de mezcla es uno de los responsables  de las variaciones de temperatura que se observan en los distintos manantiales termales de Panticosa.  

En el caso de Panticosa no existe información sobre la edad de sus aguas (el tiempo que tardan en recorrer el circuito geotermal, desde la recarga hasta la salida por los manantiales termales). Pero en sistemas termales similares, como los de Cauterets, Caldas de Bohí o Benasque, los datos disponibles indican edades mayoritariamente entre los 5000 y los 10000 años. Si alguna vez os bañáis en las aguas termales de Panticosa pensad que lo hacéis en aguas que llovieron hace mucho tiempo.