La necesidad de explicar la naturaleza es inherente al ser humano. En la antigüedad, surgieron incontables mitos y leyendas que achacaban los fenómenos y formaciones naturales a dioses y semidioses con poderes divinos y debilidades humanas. El mito griego que explica la formación de los Pirineos cuenta la historia de amor entre Pyrene y Heracles. Sin embargo, las rocas cuentan una historia diferente.
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