Yo, en realidad, quería ser bióloga, pero como salir a estudiar fuera era muy costoso para mi familia tuve que tomar otra opción. En el último curso de instituto, mi profesor de Biología, que era veterinario, me habló de la especialidad de Bromatología, Sanidad y Tecnología de Alimentos, dentro de la licenciatura en Veterinaria y me animé a cursarla. En unas prácticas de tercer curso de la licenciatura, el profesor que las impartía se dio cuenta de que me gustaba el laboratorio y me propuso ir en verano a ayudar a una estudiante de doctorado en su tesis. Estuve unas semanas con ella y descubrí que la investigación me gustaba. Por ello, en cuarto curso, en el que empezaba la especialidad, contacté con el área de Tecnología de Alimentos para entrar como colaboradora en las líneas de investigación que estaban llevando a cabo y así comenzó mi carrera en la investigación, en la que ya llevo ¡¡36 años!!
Como es normal en la universidad mi carrera investigadora ha transcurrido de forma paralela a la carrera docente y ambas actividades se han ido complementando y enriqueciendo entre sí. Afortunadamente, pude realizar varias estancias de investigación en laboratorios extranjeros, lo que supuso una excelente experiencia de aprendizaje a nivel científico y personal. Actualmente, soy catedrática de Tecnología de Alimentos e investigadora principal de nuestro grupo de investigación. También he dedicado una buena parte de mi actividad en la universidad a la gestión, coordinando un programa de doctorado y un máster oficial, lo que me ha permitido estar en un contacto más estrecho con los estudiantes de posgrado.
En estos años de investigación, me he centrado en el estudio de las proteínas de la leche de distintas especies, desde un punto de vista básico, para profundizar en sus características y propiedades, y también con un enfoque aplicado, estudiando cómo los tratamientos tecnológicos pueden afectar a dichas propiedades. La proteína láctea en la que he investigado con mayor pasión es la lactoferrina, sobre la que realicé mi tesis doctoral, y en la que he seguido investigando hasta la actualidad. La lactoferrina es una proteína fijadora de hierro que tiene una actividad defensiva frente a virus y bacterias, desempeñando un papel importante en el desarrollo de la fisiología y la microbiota intestinal del recién nacido. La lactoferrina se añade a algunas leches de fórmula infantiles y también se puede utilizar en productos funcionales para adultos. Por ello, es muy importante conocer cuáles son los procesos más adecuados para elaborar productos con lactoferrina en los que se mantengan sus propiedades.
Considero que no he tenido especiales dificultades en mi carrera docente e investigadora por ser mujer, quizás porque en mi entorno se nos ha considerado de forma igualitaria, algo que no sucede en todos los ámbitos profesionales. Sí creo que todavía hay muchos aspectos que mejorar en cuanto a derribar algunas barreras que encontramos las mujeres en el mundo laboral. En nuestra profesión, considero que no se apoya suficientemente la maternidad, puesto que compatibilizar el trabajo docente e investigador en los primeros años de crianza de los hijos/as supone un gran esfuerzo y mucha vocación para dedicarle tantas horas como hay que dedicarle. Yo he tenido la suerte de que mi pareja comparte la misma actividad profesional y quizás por ello ha existido en nuestra familia (tenemos dos hijas maravillosas) una gran comprensión y apoyo mutuo en todo lo que hemos emprendido a nivel profesional y personal.
Por todo ello y teniendo en cuenta todos los aspectos que hay que mejorar para dignificar a la mujer en su actividad profesional, me parece necesario transmitir a la sociedad la importancia de la investigación científica y visibilizar el papel de la mujer en este ámbito mediante campañas como “Soy científica. Vivo en tu barrio”, con motivo del 11F, en la que estoy encantada de participar.