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El gol de Nayim

Última modificación
Lun , 23/11/2020 - 02:11

// Con los ojos de la ciencia

El gol de Nayim

¿Cuánta ciencia crees que se esconde en el fútbol? ¿Y detrás de aquél histórico “golazo” de Mohamed Alí Amar, Nayim, en la final de la Recopa del año 1995 que llevó al Real Zaragoza a tocar el cielo de París?

Aquella trayectoria parabólica quedó marcada para siempre en nuestra memoria. Con los datos de la distancia (50.5 m) desde donde estaba Nayim y el tiempo de vuelo (3.1 sg) del balón hasta que rebasó la línea de gol, se puede calcular aproximadamente que el ángulo sobre la horizontal fue de 42 grados, su velocidad inicial de 82 km/h y alcanzó una altura máxima de 12.1 metros sobre el césped. Ese golazo dibujó en el aire una parábola perfecta, casi divina, para el equipo aragonés y toda su afición. Una parábola (que significa comparación) es la sección cónica resultante de cortar un cono circular recto por un plano paralelo a una generatriz y Galileo Galilei fue la primera persona en describir la trayectoria parabólica de un proyectil en el año 1638.

Pero todavía hay muchos más fenómenos en el campo de fútbol, desde el más leve movimiento muscular de los jugadores hasta el gol de la victoria, que están determinados por las leyes de la física, la química y la biología.

El movimiento de la pierna para golpear el balón no es sino el movimiento de músculos, que obtienen su energía mediante el ciclo de Krebs. Los jugadores corren en el campo, siendo por tanto portadores de una cierta energía cinética, chocan entre ellos produciéndose un intercambio de momento lineal, o lo que es lo mismo, ejerciendo una fuerza entre sí. Cuando finalmente un jugador se hace con el balón y lo golpea con la pierna, le imprime una cierta velocidad, e incluso puede producirle un movimiento de rotación, lo que le suministra a la pelota una energía cinética de rotación. Cuando la pelota se pone en movimiento mientras gira sobre sí misma, se pone de manifiesto el efecto Magnus, produciendo un “efecto” del que los futbolistas sacan provecho para intentar marcar un tanto.

Mientras, el árbitro recibe información a través de su pinganillo gracias a las ondas electromagnéticas que llevan la información transmitida desde una radio, y si necesita detener el juego puede hacerlo emitiendo una onda de presión con su silbato.

Las camisetas y uniformes de los jugadores están hechas de polímeros sintéticos como nylon o PET, y el balón puede ser de un polímero de uretano. ¡¡Incluso la hierba del campo, mientras los jugadores corren sobre ella, está incorporando el CO2 atmosférico a moléculas orgánicas gracias al ciclo de Calvin!!

Y tú, ¿qué ves? La ciencia es un bien colectivo, envíanos tus sugerencias a ucc@unizar.es y las iremos incluyendo.

El gol de Nayim

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