Mi madre es española y mi padre es alemán. Antes de comenzar a estudiar Derecho en la Universidad de Zaragoza, en mi familia se plantearon diversas cuestiones prácticas (adquisición de nacionalidad, redacción de testamento, etc.) que me hicieron darme cuenta de lo importante que es conocer con certeza cuál es el régimen jurídico aplicable a las personas físicas. Cuando realicé mi tesis doctoral en Unizar sobre litigios derivados de casos de contaminación transfronteriza (Chernobyl, Prestige, etc.) comprobé que la actividad cada vez más global de las empresas también plantea abundantes interrogantes y retos jurídicos. Un máster jurídico (LL.M.) en la Universidad de Fordham (New York) me permitió conocer de primera mano los beneficios que los mecanismos extrajudiciales de solución de conflictos (ADRs como el arbitraje y la mediación) aportan a la sociedad.
Especializarme en Derecho internacional me ha llevado a realizar estancias de investigación en el extranjero (Alemania, Suiza, Holanda, Estados Unidos, etc.) y a trabajar dos años como experta nacional en la Comisión Europea (Bruselas). Latinoamérica es una de las regiones de especial interés para mis actividades investigadoras, por lo que en numerosas ocasiones he podido disfrutar del buen hacer científico y de la inmejorable hospitalidad de mis colegas latinoamericanos.
Mi carrera como investigadora se basa en el convencimiento de que las ciencias sociales son imprescindibles para la comprensión y mejora de nuestro mundo. Es por ello que apuesto por una ciencia verdaderamente interdisciplinaria, tan poliédrica como las dificultades a las que nos enfrentamos los ciudadanos en nuestro día a día. Como docente en la Facultad de Derecho de Unizar, me esfuerzo por ofrecerles a mis estudiantes una serie de herramientas que les sean útiles en su vida profesional y personal, y les animo a apostar por un futuro con el que en ocasiones no se atreven a soñar. Creo asimismo que los académicos también tenemos que dar testimonio de nuestra vocación más allá del campus universitario. Es por ello que participo en la vida de mi ciudad a través de iniciativas como la colaboración en calidad de árbitro con la Junta Arbitral de Consumo del Ayuntamiento de Zaragoza y la publicación de artículos de opinión en Heraldo de Aragón. En mi tiempo libre, paseo con Inés y Jesús por las callejuelas desde las que se atisba el perfil de la zaragozana Iglesia de la Magdalena y recorremos las riberas del Ebro en bicicleta.
En este Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia (11F), hacer público este testimonio es una forma de agradecerle a mi madre que me haya inculcado valores como la igualdad, la responsabilidad y la libertad. Hacer público mi testimonio es, en definitiva, apostar por que, cuando la generación de mi hija crezca, no necesite celebrar nada extraordinario cada 11 de febrero.